[Elite] Higanbana

En la antigüedad, antes de que la historia comenzara a ser registrada, convivían en el mismo mundo dos facciones. Una de ellas emergió de la oscuridad (Yōkai), mientras que la otra nació de todas las fuentes de la naturaleza (Kami). Una tercera entidad, poseedora de una gran energía espiritual, ocasionó el comienzo de la guerra. Fue entonces que el Yume no bēru (velo de sueño) se desplegó, y el mundo se dividió por la misma fuerza que lo había creado. Los Yōkai fueron recluidos, en una tierra de pesadillas a la que nombraron Yomi, mientras que el Yume no bēru se creó más delgado entre el Genki o mundo espiritual al que fueron ligados los Kami, y el Jimen, también conocido como plano terrenal, hogar de los Ningen. De esta manera fue impartido el orden bajo el que se regiría la tierra.

Los Shāmanes, personas especialmente sensibles al mundo espiritual comenzaron a nacer entre los Ningen, uno de ellos, siendo el portador de un inmenso poder, comenzó a viajar entre los mundos, encontrando el camino hacia el Yomi. El joven habría perdido la cordura, atrapado en la pesadilla que aquella dimensión representaba, de no haber sido por uno de sus oscuros habitantes. Cautivado por el sombrío semblante de su escolta, el joven Shāman pidió volver a verlo, a lo que la criatura aceptó indicándole que solo podrían verse cada vez que las flores rojas se abrieran. El puro corazón del Shāman se compadeció del destino de los Yomi, y comenzó a planear su liberación. Para los de su especie aquello representaba un acto de alta traición, por lo que fue perseguido y atravesado por el filo de una espada que partió su corazón. Tendido sobre un campo de flores blancas, el moribundo joven deseo volver a ver a su amante. Las flores se tiñeron con su sangre hasta volverse rojas y el velo entre los mundos se rasgó: Alla donde las flores rojas se extendieran, la brecha se abriría. Ese día los Yōkai más fuertes consiguieron cruzar el Yume no bēru y las flores rojas que nacieron por la voluntad del Shāman fueron conocidas como Higanbana (Flor del infierno).

El lugar donde el velo fue roto se convirtió en la prospera ciudad de Tokio, de lo que hoy es Japón. La historia fue olvidada, al menos por las personas comunes, pero se dice que cuando ves a alguien que puede que nunca vuelvas a ver, la flor del infierno florecerá a lo largo del camino.